viernes, 29 de enero de 2010

Salió de su pecho. Le mordió las tripas






Es un clásico, amigos míos. ¿Han sentido ustedes una opresión en el pecho que se siente tan pero tan pesada que uno jura que la gravedad del planeta atraerá a nuestro cuerpo al suelo con fuerza tal que aquél atravesará los poros de la tierra como si fuera carne molida volviendo a entrar a la máquina de moler?... ¡Yo sabía que sí!, nos ha pasado a todos. Es muy natural.

Pues bien, resulta que 97 de cada 100 personas identifican a esa opresión con, nada más y nada menos que, el amor. Así es, papitas, ¡amor! Y ¿saben qué?, 30% de esas personas tienen razón, es amor. Ahora, ustedes, pequeños curiosos, se preguntarán ¿qué es lo que les sucede al otro 70% que no tiene la fortuna o infortunio de estar enamorado? No los culpo por preguntarse eso, también yo me lo pregunté alguna vez. Por eso desde hace varios años comencé a indagar, leer, e investigar sobre ese fenómeno, hasta que di con la respuesta, la cual, más por orgullo que filantropía, comparto con ustedes. Cuando sentimos esa opresión en el pecho y no es amor lo que la causa, sólo puede haber una explicación: hay un alien alojado en nuestro pecho. 

Sí, señor. Los aliens que anidan en el pecho de los seres humanos son bastante comunes hoy día. Es más habitual de lo que ustedes creen, se los juro. Ellos necesitan un capullo calientito para desarrollarse, y el pecho de los seres humanos proporciona un ambiente ideal, con suficientes nutrientes para hacer que el pequeño alien pueda crecer sano y fuerte. Estas criaturitas llegan a nuestros cuerpos a través del agua embotellada, pues ya es de conocimiento común que el mejor proceso de purificación del agua, el cual es utilizado por todas las grandes compañías como Ciel y Bonafont, consiste en agregarle al agua unas gotas de saliva de alien adulto, que, como ustedes seguro ya se imaginaron, está llena de renacuajos microscópicos de aliens. 

Así que, si llegamos a sentir la antedicha opresión en el pecho, no seamos tan ilusos como para creer de buenas a primeras que se trata de amor, y mejor vayámosle cantando canciones bonitas al chiquitín que ya traemos en el pecho. Y considerémonos afortunados, que, si bien perderemos la vida en cuanto el alien salga de nuestro pecho en una explosión de sangre, tripas y chillidos, el dolor que se siente no es nada comparado con el dolor que nos hubiera causado estar auténticamente enamorados. 




2 comentarios:

Marisol dijo...

Nadie lo habría explicado mejor.

Kara dijo...

¡me encantó el dibujo!